miércoles, 17 de abril de 2013

PLANIFICACIÓN PARA EL PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN INFANTIL


Debemos de entender el proceso de desarrollo (formación progresiva de las funciones propiamente humanas como el lenguaje, el razonamiento, la memoria, la atención o la estima) desde una perspectiva constructivista repercute en nuestra intervención y planificación como maestros y maestras en el proceso de aprendizaje (mediante ellos incorporamos nuevos conocimientos, valore y habilidades que son propios de la cultura y la sociedad en que vivimos) del alumnado.
Podemos considerar que esta etapa de Educación Infantil tiene entidad propia; conviene no caer en la trampa de dejarnos llevar por las exigencias que pueden manifestarse desde las etapas posteriores de la enseñanza.
Es esencial saber qué queremos enseñar y porqué. A partir de aquí encontraremos las diversas maneras de alcanzar nuestro objetivo. La reflexión sobre qué queremos que aprendan los pequeños durante la etapa es un elemento fundamental para proporcionarle coherencia. Aprendemos  a través de la relación que establecemos con los objetos y las personas. Es fundamental proporcionar experiencias variadas a los niños y ayudarles a establecer relaciones entre todo lo que experimentan. Todo cuanto queremos que aprendan desde el nacimiento hasta la los seis años puede considerarse contenidos de aprendizaje de esta etapa. Es importante identificar las particularidades de cada ciclo ya que esto nos ayudará a determinar los objetivos propios que queremos alcanzar en cada uno de ellos. Es obvio que hay diferencias entre lo que necesitan los bebés de un año y lo que necesitan los de cuatro; la identificación de estas necesidades distintas nos ayuda a pensar en el currículum propio de cada una de las edades y de los dos ciclos.
La Educación Infantil constituye la etapa educativa con identidad propia que comprende a niños/as desde el nacimiento hasta los 6 años de edad, distribuidos en dos ciclos de educación infantil: el primero comprende desde los cero a los tres años de edad, y el segundo ciclo desde los tres hasta los seis años.
La Educación Infantil tiene carácter voluntario y su finalidad es la de contribuir al desarrollo físico, afectivo, intelectual y social de los niños/as. Además tiene los principios generales de transversalidad, integración y globalidad.
Del mismo modo que en otras etapas educativas, el objetivo de la educación no es exclusivamente el rendimiento de los niños; en la educación infantil, las propuestas didácticas, las intervenciones del profesorado y todo cuando constituye la práctica educativa es igualmente susceptible de evaluación.  La evaluación  está al servicio de una enseñanza capaz de dar respuesta a las necesidades de los diversos alumnos que constituyen un grupo. La función básica de la evaluación en esta etapa consiste en proporcionar información que permita regular la enseñanza, ajustarla y adecuarla a los diferentes usuarios a los que va dirigida.
Del mismo modo que hay que cuidar la evaluación, las situaciones, los instrumentos etc, también hay que cuidar los medios y las formas a través de las cuales comunicamos la información procedente de la evaluación a los diferentes destinatarios posibles. Conviene reflexionar sobre cómo la utilizarán y cómo podemos ayudarles a utilizarla en beneficio del niño.
En cuanto a los niveles de concreción curricular encontramos:
-          Primer nivel: Enseñanzas mínimas (Gobierno del Estado)
-          Segundo nivel: Decreto de Currículo (Comunidades Autónomas)
-          Tercer nivel: Programaciones didácticas (Equipo docente del centro educativo)
-          Cuarto nivel: Programación de aula (Maestro)

Por último, podemos ver la importancia del trabajo cooperativo. El trabajo en equipo no es opcional; es un requisito para una enseñanza coherente, basada en principios compartidos que eviten lagunas y repeticiones innecesarias. Es un requisito para una enseñanza de calidad.
La elaboración de un proyecto de centro es una herramienta crucial para progresar en una propuesta educativa de calidad, ya que exige el trabajo en equipo en torno a cuestiones fundamentales; ¿qué enseñamos y por qué?, ¿cuándo y cómo lo hacemos?, ¿cómo evaluamos que nuestros esfuerzos tengan éxito?
Elaborar un proyecto de centro es un proceso y un hito. No se hace para guardarlo en un cajón, sino para llevarlo a la práctica y, posteriormente, a partir de las actuaciones e intervenciones realizadas, modificarlo y enriquecerlo constantemente. 

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