La categoría
infancia, si bien remite a un conjunto definido de sentidos, en ocasiones se la
utiliza para nombrar realidades muy diversas de manera uniforme. Es por ello que
se vuelve imprescindible, anclar el concepto de niñez, en los marcos sociales e
históricos que condicionan o habilitan diferentes maneras de ser niños.
Según algunos autores, es posible considerar la infancia desde una perspectiva psicobiológica, cuando nos referimos a ella atendiendo, al tiempo biológico que se extiende entre el nacimiento y la pubertad, y al tiempo de estructuración del aparato psíquico en la interacción con otros; y desde una perspectiva socio – histórica, como un tiempo cultural construido por los adultos, es decir como la institución cultural de un determinado lugar en la cadena generacional.
Según algunos autores, es posible considerar la infancia desde una perspectiva psicobiológica, cuando nos referimos a ella atendiendo, al tiempo biológico que se extiende entre el nacimiento y la pubertad, y al tiempo de estructuración del aparato psíquico en la interacción con otros; y desde una perspectiva socio – histórica, como un tiempo cultural construido por los adultos, es decir como la institución cultural de un determinado lugar en la cadena generacional.
La Educación
Infantil, en sentido amplio, hace referencia a la educación, a la “atención
educativa, ofrecida durante los años comprendidos entre el nacimiento y el
comienzo de la escolaridad obligatoria. En un sentido más restringido,
podríamos hablar de la educación infantil formal que haría referencia a la
educación institucional ofrecida a los niños de estas edades en cualquiera de
los centros educativos dedicados a ello.
La educación infantil
formal nació impulsada básicamente por motivos “extrapedagógicos”, lo que no
quiere decir que no se pensara en ella como importante para lograr buenos
resultados educativos posteriores. Al hablar de educación preescolar, se pone
el acento en lo que viene después mientras que la expresión educación infantil
indica que nos referimos a una etapa determinada que, cada día, más, tiene
sentido en sí misma y no se justifica sólo como preparación para etapas posteriores.
En conclusión, la
Educación Infantil ha ido evolucionando desde la antigüedad hasta nuestros
días, en los que cada vez se estudia e investiga de forma que podamos realizar
nuestra labor como docentes teniendo en cuenta los estudios precedentes, tanto
de psicología como de pedagogía, para incorporarlos en nuestros trabajo con los
niños/as.
En cuanto a los
factores para una Educación Infantil de calidad, creo que es importante
destacar aspectos como:
- Organización de los espacios
- Equilibrio entre iniciativa infantil y trabajo
dirigido a la hora de planificar y desarrollar las actividades
- Atención privilegiada a los aspectos
emocionales
- Uso de un lenguaje enriquecido
- Diferenciación de actividades para abordar
todas las dimensiones del desarrollo y todas las capacidades
- Rutinas estables
- Materiales diversificados y polivalentes
- Atención individualizada a cada niño y a cada
niña
- Sistemas de evaluación, toma de notas, etc.,
que permitan el seguimiento global del grupo y de cada uno de los niños/as
-
Trabajo
con los padres y madres y con el entorno (escuela abierta)
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