
martes, 30 de abril de 2013
jueves, 25 de abril de 2013
ATENCIÓN TEMPRANA
“Conjunto
de intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia
y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las
necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos
en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Estas intervenciones,
que deben considerar la globalidad del niño, han de ser planificadas por un
equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar”.
Esta es la definición que da el Libro Blanco de la Atención Temprana. El Libro
Blanco de Atención Temprana es un instrumento para poder llegar a la
comprensión y el desarrollo de la Atención Temprana. Además ha propiciado la
expansión de la Atención Temprana, así como el diseño de planes específicos en
las diversas Comunidades Autónomas.
La
Atención Temprana no debe de entenderse como algo dirigido exclusivamente a
niños con discapacidad sino que va dirigida a toda la población infantil. Las
intervenciones se hacen tanto al niño como al entorno que le rodea, es decir, a
la familia, escuelas, etc.
También encontramos definiciones de otros autores
sobre la atención temprana como las siguientes:
-
Guralnick (2001): “sistema diseñado para
apoyar patrones familiares de interacción que mejor estimulen el desarrollo
evolutivo del niño”.
-
Shonkoff y Meisels (2000): “los
servicios multidisciplinares que se les ofrecen a los niños desde su nacimiento
hasta los cinco años. Los principales objetivos son: fomentar la salud y el
bienestar infantil, mejorar las competencias emergentes, reducir los retrasos
evolutivos, remediar las discapacidades existentes o posibles, prevenir los
deterioros funcionales, fomentar la paternidad responsable y sobre todo la
funcionalidad familiar”.
-
Dunst (1985): “provisión de apoyo (y
recursos) a las familias de los niños por parte de los miembros de redes de
apoyo social formal o informal que repercuten tanto directa como indirectamente
en los padres, la familia y el funcionamiento del niño”.
En
los inicios de esta disciplina se empezó utilizando el concepto de estimulación
precoz pero evolucionó a una terminología más precisa, es decir, pasó a
llamarse estimulación temprana. Este término aparece en el documento de la
Declaración de los Derechos del Niño, en 1959, definido como una forma
especializada de atención a los niños y niñas que nacen en condiciones de
riesgo biológico y social, en el que se privilegia a aquellos que provienen de
familias marginales, carenciales o necesitadas. Es Lydia Coriat la que propone e inicia el cambio
de precoz a temprana. Define la estimulación temprana como “una técnica que
tiene por objetivo apoyar al niño en el desarrollo de sus aspectos
instrumentales, destinada a brindar impulso a funciones ya existentes en el
sujeto, y susceptibles de averiarse por medio del estímulo, actuando dicha
estimulación a través de la actividad que produce en el sujeto estimulado,
dirigiéndose al niño en su conjunto, siendo la acción el eje de datos en el
desarrollo del niño, consistente en crear las mejores condiciones posibles para
que la misma familia del niño lo rodee y lo incluya como uno más”. Pero en
1998 Candel diferencia entre ambos conceptos diciendo que: “Estimulación
precoz, como un tratamiento dirigido únicamente al niño, sino más bien atención
temprana como un conjunto de actuaciones dirigido al niño, la familia y a la
comunidad”. Ya en el año 1999 el
grupo de Prevención y Atención al Desarrollo Infantil en 1999 la define
como: “Conjunto de acciones planificadas”. Finalmente en el año 2000 el Libro Blanco de la Atención Temprana
ofrece la última definición de Atención Temprana: “Se entiende por Atención
Temprana el conjunto de intervenciones, dirigidas a la población infantil de
0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo
más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan
los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos.
Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del niño, han de ser
planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o
transdisciplinar”.
Una
atención Temprana en la escuela debe participar de principios esenciales como
son:
-
El diálogo entre las familias y las
administraciones; la gratuidad e igualdad de oportunidades evitando riesgos y
previniendo discapacidades. Interdisciplinariedad que debe identificar los
diferentes ámbitos (físicos, psicológicos y pedagógicos) y la coordinación de
los profesionales que intervienen.
-
Una buena sectorización que haga limitar
los campos de actuación a los diversos servicios.
-
El tutor/ a de aula debe realizar una
intervención didáctica que tenga en cuenta todos los factores que intervienen
en el desarrollo infantil (físico, neurológicos, psicológicos y pedagógicos)
para intervenir desde el punto de vista educativo.
-
Es decir, es necesario proceder en
primer lugar a una valoración de las necesidades del niño y de su entorno, para
realizar posteriormente un tratamiento educativo rehabilitador que tenga en
cuenta el currículum común de su edad al mismo tiempo que los programas de
apoyo específicos.
En
la organización de toda etapa educativa se deben considerar aspectos formales
como son las leyes y planificación docente; aspectos personales como
profesionales que inciden en la etapa y aspectos materiales.
En
el organigrama actual de la administración pública los ámbitos competentes en
materia de Atención Temprana son: Sanidad, Servicios Sociales y Educación.
Se
hace necesario un sistema que regule y arbitre las relaciones entre estas tres
áreas, creando un marco legislativo de carácter estatal y autonómico que
establezca la coordinación y la actuación conjunta a favor de la gratuidad y
universalización de los centros de Atención Temprana en todo el territorio del
Estado.
miércoles, 17 de abril de 2013
PLANIFICACIÓN PARA EL PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN INFANTIL
Debemos de entender el proceso de desarrollo (formación progresiva de las funciones
propiamente humanas como el lenguaje, el razonamiento, la memoria, la atención
o la estima) desde una perspectiva constructivista repercute en nuestra
intervención y planificación como maestros y maestras en el proceso de
aprendizaje (mediante ellos incorporamos nuevos conocimientos, valore y
habilidades que son propios de la cultura y la sociedad en que vivimos) del
alumnado.
Podemos considerar que esta etapa de Educación
Infantil tiene entidad propia; conviene no caer en la trampa de dejarnos llevar
por las exigencias que pueden manifestarse desde las etapas posteriores de la
enseñanza.
Es esencial saber qué queremos enseñar y porqué. A
partir de aquí encontraremos las diversas maneras de alcanzar nuestro objetivo. La reflexión sobre qué
queremos que aprendan los pequeños durante la etapa es un elemento fundamental
para proporcionarle coherencia. Aprendemos
a través de la relación que establecemos con los objetos y las personas.
Es fundamental proporcionar experiencias variadas a los niños y ayudarles a
establecer relaciones entre todo lo que experimentan. Todo cuanto queremos que
aprendan desde el nacimiento hasta la los seis años puede considerarse contenidos de aprendizaje de esta
etapa. Es importante identificar las particularidades
de cada ciclo ya que esto nos ayudará a determinar los objetivos propios
que queremos alcanzar en cada uno de ellos. Es obvio que hay diferencias entre
lo que necesitan los bebés de un año y lo que necesitan los de cuatro; la
identificación de estas necesidades distintas nos ayuda a pensar en el
currículum propio de cada una de las edades y de los dos ciclos.
La Educación Infantil constituye la etapa educativa
con identidad propia que comprende a niños/as desde el nacimiento hasta los 6
años de edad, distribuidos en dos ciclos de educación infantil: el primero
comprende desde los cero a los tres años de edad, y el segundo ciclo desde los
tres hasta los seis años.
La Educación Infantil tiene carácter voluntario y su
finalidad es la de contribuir al desarrollo físico, afectivo, intelectual y
social de los niños/as. Además tiene los principios generales de
transversalidad, integración y globalidad.
Del mismo modo que en otras etapas educativas, el
objetivo de la educación no es exclusivamente el rendimiento de los niños; en
la educación infantil, las propuestas didácticas, las intervenciones del
profesorado y todo cuando constituye la práctica educativa es igualmente
susceptible de evaluación. La evaluación está al servicio de una enseñanza capaz de
dar respuesta a las necesidades de los diversos alumnos que constituyen un
grupo. La función básica de la evaluación en esta etapa consiste en
proporcionar información que permita regular la enseñanza, ajustarla y
adecuarla a los diferentes usuarios a los que va dirigida.
Del mismo modo que hay que cuidar la evaluación, las
situaciones, los instrumentos etc, también hay que cuidar los medios y las
formas a través de las cuales comunicamos la información procedente de la
evaluación a los diferentes destinatarios posibles. Conviene reflexionar sobre
cómo la utilizarán y cómo podemos ayudarles a utilizarla en beneficio del niño.
En cuanto a los niveles de concreción curricular
encontramos:
-
Primer nivel: Enseñanzas mínimas
(Gobierno del Estado)
-
Segundo nivel: Decreto de Currículo
(Comunidades Autónomas)
-
Tercer nivel: Programaciones didácticas
(Equipo docente del centro educativo)
-
Cuarto nivel: Programación de aula
(Maestro)
Por último, podemos ver la importancia del trabajo
cooperativo. El trabajo en equipo no es opcional; es un requisito para una
enseñanza coherente, basada en principios compartidos que eviten lagunas y
repeticiones innecesarias. Es un requisito para una enseñanza de calidad.
La elaboración de un proyecto de centro es una
herramienta crucial para progresar en una propuesta educativa de calidad, ya
que exige el trabajo en equipo en torno a cuestiones fundamentales; ¿qué
enseñamos y por qué?, ¿cuándo y cómo lo hacemos?, ¿cómo evaluamos que nuestros
esfuerzos tengan éxito?
Elaborar un proyecto de centro es un proceso y un
hito. No se hace para guardarlo en un cajón, sino para llevarlo a la práctica
y, posteriormente, a partir de las actuaciones e intervenciones realizadas,
modificarlo y enriquecerlo constantemente.
martes, 9 de abril de 2013
ESCUELA Y FUNCIÓN DOCENTE EN EDUCACIÓN INFANTIL: CONDICIONES DE CALIDAD Y EFICACIA
La categoría
infancia, si bien remite a un conjunto definido de sentidos, en ocasiones se la
utiliza para nombrar realidades muy diversas de manera uniforme. Es por ello que
se vuelve imprescindible, anclar el concepto de niñez, en los marcos sociales e
históricos que condicionan o habilitan diferentes maneras de ser niños.
Según algunos autores, es posible considerar la infancia desde una perspectiva psicobiológica, cuando nos referimos a ella atendiendo, al tiempo biológico que se extiende entre el nacimiento y la pubertad, y al tiempo de estructuración del aparato psíquico en la interacción con otros; y desde una perspectiva socio – histórica, como un tiempo cultural construido por los adultos, es decir como la institución cultural de un determinado lugar en la cadena generacional.
Según algunos autores, es posible considerar la infancia desde una perspectiva psicobiológica, cuando nos referimos a ella atendiendo, al tiempo biológico que se extiende entre el nacimiento y la pubertad, y al tiempo de estructuración del aparato psíquico en la interacción con otros; y desde una perspectiva socio – histórica, como un tiempo cultural construido por los adultos, es decir como la institución cultural de un determinado lugar en la cadena generacional.
La Educación
Infantil, en sentido amplio, hace referencia a la educación, a la “atención
educativa, ofrecida durante los años comprendidos entre el nacimiento y el
comienzo de la escolaridad obligatoria. En un sentido más restringido,
podríamos hablar de la educación infantil formal que haría referencia a la
educación institucional ofrecida a los niños de estas edades en cualquiera de
los centros educativos dedicados a ello.
La educación infantil
formal nació impulsada básicamente por motivos “extrapedagógicos”, lo que no
quiere decir que no se pensara en ella como importante para lograr buenos
resultados educativos posteriores. Al hablar de educación preescolar, se pone
el acento en lo que viene después mientras que la expresión educación infantil
indica que nos referimos a una etapa determinada que, cada día, más, tiene
sentido en sí misma y no se justifica sólo como preparación para etapas posteriores.
En conclusión, la
Educación Infantil ha ido evolucionando desde la antigüedad hasta nuestros
días, en los que cada vez se estudia e investiga de forma que podamos realizar
nuestra labor como docentes teniendo en cuenta los estudios precedentes, tanto
de psicología como de pedagogía, para incorporarlos en nuestros trabajo con los
niños/as.
En cuanto a los
factores para una Educación Infantil de calidad, creo que es importante
destacar aspectos como:
- Organización de los espacios
- Equilibrio entre iniciativa infantil y trabajo
dirigido a la hora de planificar y desarrollar las actividades
- Atención privilegiada a los aspectos
emocionales
- Uso de un lenguaje enriquecido
- Diferenciación de actividades para abordar
todas las dimensiones del desarrollo y todas las capacidades
- Rutinas estables
- Materiales diversificados y polivalentes
- Atención individualizada a cada niño y a cada
niña
- Sistemas de evaluación, toma de notas, etc.,
que permitan el seguimiento global del grupo y de cada uno de los niños/as
-
Trabajo
con los padres y madres y con el entorno (escuela abierta)
ESCUELA Y FUNCIÓN DOCENTE EN EDUCACIÓN INFANTIL: CONDICIONES DE CALIDAD Y EFICACIA II
En primer lugar desarrollamos el concepto de
competencia como el conjunto de conocimientos, destrezas y actitudes necesarias
para desempeñar una función dada, y para lo cual se requiere: contar con un
conjunto de conocimientos especiales que permiten dominar como experto los
contenidos y tareas propias de cada ámbito profesional.
En el Espacio Europeo de Enseñanza Superior
(EEES) el estudiante cobra un perfil más destacado. El sistema, diseñado
conforme a la filosofía ECTS (European Credit Transfer System), convierte al
“crédito” en la unidad básica de planificación, de actuación y de evaluación.
Este concepto va siendo conocido y aceptado, pero no sucede lo mismo cuando a
dicho sistema de créditos se le vincula con el aprendizaje por competencias.
Esta situación es particularmente llamativa por las implicaciones estrechas y
relevantes que debiera tener, al menos, en tres niveles: en la formulación de
los títulos, en la utilización de métodos, actividades y recursos de
aprendizaje, y en la evaluación.
En este tema también encontramos la importancia
del proyecto Tuning. The Tuning Educational Structures in Europa Project,
define la “competencia” desde una perspectiva integrada, como “lo que una
persona es capaz o competente de ejecutar, el grado de preparación, suficiencia
y/o responsabilidad para ciertas tareas”.
Las competencias se clasifican en transversales o
generales y específicas. Las transversales son las propias del diseño de la
titulación. Las específicas son el contrapunto y deben hacer explícitos los
resultados de aprendizaje de una asignatura.
Las transversales, a su vez, se clasifican en
instrumentales, interpersonales y sistémicas. Las interpersonales miden las
habilidades de relación social y de integración en diferentes colectivos y la
capacidad de trabajar en equipos específicos y multidisciplinares, esto es, se
trata de las capacidades que permiten que las personas tengan interacción con
los demás. Las sistémicas miden las cualidades individuales y la motivación en
el trabajo, ya que exigen destrezas relacionadas con la comprensión de la
totalidad como un sistema. Las competencias específicas se dividen en tres
clases: las académicas o relativas a conocimientos teóricos (saber); las
disciplinares o conjunto de conocimientos prácticos requeridos para cada sector
profesional (hacer); y, finalmente, las de ámbito profesional, que incluyen
tanto habilidades de comunicación e indagación, como el know how aplicadas al
ejercicio de una profesión concreta (saber hacer).
En cuanto a las competencias profesionales que
debe de tener el docente de Educación Infantil, se pueden resumir de la
siguiente manera:
-
Conocer las características profesionales y personales
implicadas en esta profesión.
-
Identificar cuáles son sus ámbitos de actuación como
profesional de la educación.
-
Saber sus capacidades y funciones en cada uno de los
campos en los que se puede actuar.
-
Reflexionar sobre las responsabilidades de la profesión
con los niños/as, padres/madres, compañeros/as…
-
Analizar el compromiso de participación social
-
Mantener sus conocimientos al día con una formación
continuada
-
Incorporar la ética a la acción profesional.
Por último, los maestros y maestras de Educación
Infantil requieren desarrollar las habilidades y destrezas profesionales
propias de la función docente de manera tal que asegure una eficiente
implementación del currículo y que garantice una educación de calidad.
jueves, 4 de abril de 2013
CONOCIMIENTO
DE SÍ MISMO Y AUTONOMÍA PERSONAL
|
|||
Objetivos
|
Bloques de contenidos
|
Criterios de evaluación
|
Competencias Básicas
|
1. Conocer, representar y utilizar el
cuerpo, sus elementos, funciones, posibilidades de acción y de expresión de
una forma controlada y coordinada.
|
Bloque
1º. El cuerpo: imagen y salud.
§ El cuerpo humano. Exploración del propio cuerpo y del de los demás.
El esquema corporal y la identidad sexual. Percepción de los cambios físicos
propios y de las posibilidades de actuación con el paso del tiempo. Uso de
los sentidos: sensaciones y percepciones. Valoración y aceptación de las
características, posibilidades propias y de los otros.
§ El control postural del cuerpo y el movimiento. Control del tono,
equilibrio y respiración. La identificación y orientación espacio-temporal y adaptación a las características del objeto, del otro, de la acción
y de la situación. Satisfacción por el creciente dominio corporal.
|
1. Dar muestra de
un conocimiento progresivo de su esquema corporal, de las destrezas motoras y
habilidades manipulativas, y un control creciente de su cuerpo.
|
h. Autonomía e
iniciativa personal
i.
Competencia emocional
e. Competencia
social y ciudadana
g. Competencia
aprender a aprender
|
2. Formarse una imagen ajustada de sí mismo en
la interacción con los otros y en el desarrollo de la autonomía personal.
|
Bloque
1º. El cuerpo: imagen y salud.
§ Las necesidades y hábitos básicos. Identificación, manifestación,
regulación y control de las mismas: hábitos de alimentación, descanso, higiene y vestido.
Respeto por las normas de comportamiento en el
desarrollo de los mismos y gusto por un aspecto personal cuidado. Acciones y
situaciones que favorecen la salud y generan bienestar propio y de los demás:
uso adecuado de espacios, elementos y objetos. Adopción de comportamiento
de prevención y seguridad ante el riesgo. Actitud
de tranquilidad y colaboración en situaciones de dolor corporal, enfermedad y
de pequeños accidentes. Colaboración en el mantenimiento de ambientes limpios
y ordenados. Demanda de ayuda y valoración de la respuesta.
|
2. Realizar las tareas con seguridad y
confianza y valorar las actuaciones propias y de los otros.
|
|
3. Identificar, dominar y comunicar los
sentimientos, emociones, necesidades o preferencias propias y conocer,
comprender y respetar las de los otros.
|
Bloque
1º. El cuerpo: imagen y salud.
§ La identificación y expresión de sentimientos, emociones, vivencias,
preferencias e intereses propios y de los demás. Control progresivo de los
propios sentimientos y emociones. Iniciativa personal.
|
3.
Expresar sentimientos y emociones, comprender e interpretar los de los otros
y contribuir a la convivencia.
|
|
4. Realizar con autonomía y seguridad los
hábitos personales, las actividades habituales y tener iniciativa para resolver las nuevas tareas y problemas que
presenta la vida cotidiana.
|
Bloque
2º. El juego y la actividad en la vida cotidiana.
§ El juego: conocimiento y
participación; construcción, aceptación y respeto
por las reglas; disfrute y valoración de su necesidad y del esfuerzo
personal; confianza en las propias posibilidades de acción, participación y
esfuerzo personal en los juegos y en el ejercicio físico.
|
4.
Realizar autónomamente y con iniciativa actividades habituales para
satisfacer necesidades básicas, consolidando progresivamente hábitos de
cuidado personal, higiene, salud y bienestar.
|
|
5. Desarrollar actitudes y hábitos de
respeto, ayuda y colaboración con los demás; de promoción de la salud y de
protección del entorno.
|
Bloque
2º. El juego y la actividad en la vida cotidiana.
§ Las actividades de la vida cotidiana: hábitos elementales de
planificación, organización, constancia, atención, iniciativa y esfuerzo y de
relación e interacción con los demás. Iniciativa y progresiva autonomía en su
realización; conocimiento y adaptación del comportamiento a las normas de
convivencia que regulan la vida cotidiana. Gusto y satisfacción por el
trabajo, propio o compartido, bien hecho; aceptación de las propias
posibilidades y limitaciones en la realización de las mismas; y actitud
positiva para establecer relaciones de afecto con los adultos y con los
iguales.
|
5. Colaborar, con los otros, a crear un
entorno agradable y un ambiente favorecedor de salud y bienestar.
|
|
RELACIÓN OBJETIVOS GENERALES DE ETAPA Y ÁREAS
Objetivos
generales.
|
a.
Descubrir y construir, a través de la acción, el conocimiento de su propio
cuerpo y el de los otros, actuar con seguridad y aprender a respetar las
diferencias.
|
b.
Observar y explorar el mundo que les rodea a través del juego y de la acción
y desarrollar actitudes de curiosidad y conservación.
|
c.
Adquirir hábitos de higiene, alimentación, vestido, descanso y protección.
|
d.
Construir una imagen ajustada de sí mismo y desarrollar las capacidades
afectivas.
|
e. Establecer
relaciones positivas con los iguales y los adultos; adquirir las pautas
elementales de convivencia y relación social; regular la conducta, así como
ejercitarse en la resolución pacífica de conflictos.
|
f.
Desarrollar las habilidades comunicativas a través de distintos lenguajes,
incluida la lengua extranjera, y formas de expresión a través del movimiento,
el gesto y el ritmo.
|
g.
Iniciarse en el manejo de las herramientas lógico-matemáticas, la
lecto-escritura y las tecnologías de la información y la comunicación.
|
h.
Descubrir el placer de la lectura a través de los cuentos y relatos.
|
i.
Conocer y participar de forma activa en las manifestaciones sociales y
culturales de Castilla-La Mancha.
|
Áreas
|
Conocimiento
de sí mismo y autonomía personal
a. Descubrir y construir, a través
de la acción, el conocimiento de su propio cuerpo y el de los otros, actuar
con seguridad y aprender a respetar las diferencias.
d. Construir una imagen ajustada
de sí mismo y desarrollar las capacidades afectivas.
c. Adquirir hábitos de higiene,
alimentación, vestido, descanso y
protección.
|
Conocimiento e interacción con el entorno.
b. Observar
y explorar el mundo que les rodea a través del juego y de la acción y
desarrollar actitudes de curiosidad y conservación.
e. Establecer relaciones positivas con los
iguales y los adultos; adquirir las pautas elementales de convivencia y
relación social; regular la conducta, así como ejercitarse en la resolución
pacífica de conflictos.
g.
Iniciarse en el manejo de las herramientas lógico-matemáticas, la
lecto-escritura y las tecnologías de la información y la comunicación.
|
Lenguajes:
comunicación y representación.
f.
Desarrollar las habilidades comunicativas a través de distintos lenguajes,
incluida la lengua extranjera, y formas de expresión a través del movimiento,
el gesto y el ritmo
h. Descubrir el placer de la lectura a través
de los cuentos y relatos.
i. Conocer y participar de forma activa en las
manifestaciones sociales y culturales de Castilla-La Mancha.
|
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